(573 pág.; Edhasa) (41;
junio de 2016)
Anna me regaló este libro por el día de Sant Jordi, de
entre los diez que le reseñé y que no encontró, aunque no creo que fueran más
raros que este. Quizá el raro sea yo.
La llegada de un extranjero a la isla da pie para que
tres o cuatro personas le vayan explicando la forma de vida, tanto a nivel
teórico e histórico como práctico. De esta manera el lector se va enterando que
la conjunción de un preclaro habitante de la isla con la de un extranjero fue
la que dio pie a cambiar toda la forma de concebir la educación, las relaciones
entre las personas y las de estas con la naturaleza, la forma de encarar el
sexo, la muerte, las religiones o el más allá. Pero a pesar de ser una isla no
está aislada del mundo y, por tanto, a su alrededor hay intereses económicos
que entrañan la vuelta a la cultura establecida, bien sea oriental u
occidental.
Esta fue la última novela de Huxley y hay páginas en las que
más parece un tratado de innovadora filosofía que una historia de ficción, pero
a pesar de ello no deja de ser interesante algún planteamiento sociológico que,
debido a mi ignorancia, no sé si son elucubraciones del propio autor o la
plasmación de corrientes que Huxley conocía y las adoptó para su isla. Interesante
novela aunque no sea para todo el mundo.
“–Atención –comenzó a llamar de
pronto una voz, y fue como si un oboe se hubiese vuelto de pronto capaz de
pronunciación articulada–.”