domingo, 17 de abril de 2016

Stieg Larsson: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (***)

            (749 pág.; Destino)                                        (23; abril de 2016)
            Más de cuatro años después de haber leído la primera parte leo esta segunda con verdadero interés, pues el recuerdo que tenía de aquella me hacía presuponer que esta me iba a gustar tanto o más. Marisol (que ha leído la saga) considera que las historias en las que el protagonista es el malvado son amorales pero, por muy manida que ya esté la frase, todo es relativo: la protagonista causa daño, cierto, pero es a los que causan más daño que ella y, además, no se le puede atribuir el adjetivo de amoral. Y a mayor abundamiento, su personaje hace que el lector se sienta atraído por ella (de aquí la opinión de Marisol), pero también está el personaje masculino que, sin duda, tiene el favor de los que lean la novela.
            La historia, que puede leerse con independencia de la primera parte, pues al principio se busca la manera de explicar las relaciones entre los personajes y cómo quedaron al finalizar esta, es entretenida, diversa, intensa y cruda, por qué no decirlo, en grado sumo, pues hay de todo y más, no en vano Larsson era periodista y, a mi entender, un hábil narrador de historias con muchos personajes y líneas de acción: una revista de investigación, un libro sobre la trata de blancas, los mafiosos que se dedican a ella y algunos trapicheos más, la protagonista que es una persona aislada del mundo pero que ha conseguido librarse de lo que la acosaba, la policía que se enfrenta a un caso claro pero que acaba pareciendo sin pies ni cabeza, la justicia y otras fuerzas públicas que velan por los intereses generales a pesar del daño que pueda causarse a los particulares,… si no me dejo ninguna en el tintero.
Aún me queda el tercer libro por leer de los siete que quería escribir Larsson, pero el más amoral de los males no creados por el hombre que merman nuestra existencia se lo impidió.




“Estaba amarrada con correas de cuero en una estrecha litera de estructura de acero.”


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