sábado, 16 de abril de 2016

Leopoldo Alas “Clarín”: Dona Berta (**)

            (60 pág.; Createspace)                                  (22; abril de 2016)
            Seis años después de haber leído la inmejorable Regenta leo otra obra del mismo autor. En este caso una obra menor en tamaño y calidad, lo primero porque no llega a la décima parte y lo segundo porque no tiene la profundidad ni el interés de la primera.
            Doña Berta es una anciana que tuvo un hijo sin tener marido y sus hermanos lo dieron en adopción y a ella la enclaustraron en la casa familiar que tienen en un pueblecito de Asturias. Sus tres hermanos ya han muerto y ella conoce a un pintor que le habla de un capitán, al que retrató y conoció poco antes de que este muriera. A ella le parece que pudiera haber sido su hijo y decide ir a ver el cuadro original a Madrid. Toda una aventura para una mujer octogenaria y sorda.
A pesar de que la obra no deja de ser un relato, es interesante por la cantidad de vocabulario que no es habitual y por una forma narrativa que quizá sea anticuada aunque a mí me gusta, pero creo que entre la primera parte, que se desarrolla en Asturias y es más extensa, y la segunda de Madrid hay una diferencia notable en la descripción de los hechos y como si no se supiera de qué hablar o hubiera prisa en acabar la historia.




“Hay un lugar en el Norte de España adonde no llegaron nunca ni los romanos ni los moros; y si doña Berta de Rondaliego, propietaria de este escondite verde y silencioso, supiera algo más de historia, juraría que jamás Agripa, ni Augusto, ni Muza, ni Tarick habían puesto la osada planta sobre el suelo, mullido siempre con tupida hierba fresca, jugosa, obscura, aterciopelada y reluciente, de aquel …”


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