(201 pág.; eBook) (66;
noviembre de 2013; en Huesca)
En algún Babelia de El País salió
una pequeña lista de autores españoles que debían ser conocidos y leídos, por
lo que pasaron a engrosar mi lista de autores a leer que no es tan pequeña,
pero al final todo llega y este ya ha caído.
Mientras leía este relato de
pescadores de alta mar, que se pasan varios meses luchando contra los
elementos, es decir, los naturales como el mar, el viento, si hay pesca o no la
hay; también tienen que luchar contra los humanos: una docena de hombres
encerrados en un pequeño espacio, sin más medios a su favor que los que tuvieron
a bien coger cuando zarparon y que no se hayan agotado, con las rarezas de cada
uno, las chanzas, la envidia; en fin, todo aquello que nos caracteriza como
reyes de la creación, pero en una olla a presión: si no hay buena pesca, el
desánimo; si la hay, un trabajo inhumano.
El estilo sobrio de la narración,
definiendo bien a los personajes por su carácter, está plagado de palabras
propias de la labor de estos hombres, llegando al punto de no entender de qué
se habla si no se busca la palabra en el diccionario. Tanto es así, que
considero que la narración se ralentiza por su masiva utilización. Llegué a
pensar que el autor había faenado en un barco pesquero, pero no me ha parecido
cierto leyendo una reseña de su biografía, por lo que, aunque en la novela sea
un lastre, admiro su profundo conocimiento. La pregunta es: ¿se puede leer y
disfrutar pasando por alto la ignorancia de tantos términos? Yo no lo hice así,
pero quizá dentro de unos años vuelva a leerla y no me preocupe de las palabras
que no conozca.
“EL sureste lento, cálido, hondo,
picaba las aguas de la dársena.”
eBook: perfecto. Amazon
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