sábado, 16 de noviembre de 2013

Alice Munro: Las lunas de Júpiter (**/***)

(296 pág.; eBook)       (68; noviembre de 2013)       (Premio Nobel 2013)
Leyendo este libro me venían a la cabeza los cuentos de Chéjov (¡cómo no! si es llamada la “Chéjov” canadiense), Elfried Jelinek y Herta Müller. Con ello no pretendo decir que tengan el mismo estilo, pues no entiendo lo suficiente como para afirmarlo, pero el poso que dejan las historias de la última ganadora del Premio Nobel es el mismo que me dejaron los libros que leí de los tres escritores mencionados y también ganadoras las dos del mismo premio.
Las mujeres de las historias de estas lunas explican sus vivencias de una forma lisa, sin altibajos ni sobresaltos, avanzando en su cronología como los que vivimos en estos momentos nuestras vidas podríamos explicarlas de aquí a veinte o cuarenta años: no existe la intensidad del momento en que se vivió, ni el ansia ni la desazón, pero sí que queda el resultado de la relación con lo sucedido o con las personas de las que podríamos hablar. Curiosamente, los finales de estas historias son abruptas y chejovianas: bien, lo que se dice bien, no acaba ninguna; aunque no pueda decirse que sean dramáticos o traumáticos.
Quizá porque serían los mismos finales que podríamos explicar de las situaciones en las que nos hemos visto en nuestra vida es lo que hace a estas historias desapacibles; reales, demasiado reales. Y eso se debe a la habilidad de la autora al escribirlas.




“La prima Iris de Filadelfia era enfermera, la prima Isabel de Des Moines tenía una floristería, la prima Flora de Winnipeg era profesora, la prima Winifred de Edmonton, contable.”
Los Chaddeley y los Fleming

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