(158 pág.;
Seix Barral) (49;
septiembre de 2012)
Mi habitual
proveedora de novedades, es decir, Marisol (pues yo estoy más tentado por lo
que hace años se editó que por las novedades o grandes éxitos) compró este
libro hará cosa de un año, pero con la adquisición de los lectores digitales,
se quedó a la espera de que lo pillara. Y ahora ha sido el momento.
Tenía ganas
de leerlo porque confiaba en que sería un libro de tono jocoso. ¡Vaya
intuición! No todas las obras que hablen de profesores pueden ser Wilt. Queda claro que no es para
troncharse, sino que más bien tiene un tono de pesimismo tal por la situación
de los profesores en esa institución, la del protagonista en general y las
circunstancias que se describen, que uno está más cerca de la depresión (véase
la portada) que de la euforia.
Pero, y aquí
está lo bueno, se lee con gusto, rápido y tiene un buen final. En otras
palabras: ¿qué más hay que pedirle a un libro, sino que te entretenga el par de
horas que tardas en leerlo? Yo, para otros “entretenimientos” ya tengo la vida
real: la mía, en un pequeño porcentaje, y la de mis congéneres.
“Llevo tres semanas
sin salir de casa por miedo a perderme la llamada.”
eBook: no.
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