(239 pág.;
Círculo de Lectores) (50; octubre
de 2012) (Premio
Nobel 1972)
Con este
libro sí que acerté con el tono: no me parecía que fuera a ser muy divertido y
así es. Quizá la presunción venga debida
a Pagliacci, pero en cualquier caso
fue acertada: el payaso cuando habla en serio, es muy serio.
Un joven
payaso se hace daño en una pierna durante una actuación, casi a propósito, pues
la vida se le ha torcido: su pareja le ha dejado, está bebiendo más de la
cuenta y, lo peor de todo, se ríe de sus chistes durante sus actuaciones. Como
no tiene dinero, el último marco lo ha tirado por la ventana, empieza a llamar
por teléfono a quien le pueda prestar algo. Mientras tanto, va desgranado su
pasado y la relación con la persona a la que va a llamar o querría llamar, pero
que no llamará por todo lo que imagina que puede suceder.
Es casi un
monólogo, pero que, a pesar de la tristeza que destila, se lee con agrado
porque el protagonista, aunque está en las últimas, considera que es un buen
profesional y que podrá salir de sus embrollos, lo que viene refrendado por sus
interlocutores en la novela.
“Oscurecía ya cuando llegué a Bonn, y me forcé esta vez a no
poner en marcha el piloto automático que en cinco años de viajar se ha formado
en mi interior: bajar las escaleras del andén, subir las escaleras del andén,
dejar maleta, sacar billete del bolsillo del abrigo, recoger maleta, entregar
billete, al puesto de periódicos, comprar periódicos de la tarde, salir a la
calle, llamar a un taxi.”
eBook: comprado.
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