Aunque el
título pudiera parecer que se trata de una novela negra, la imagen de la
portada lo desmiente, tal y como la trama del libro confirma. Es muy divertido.
Hay personajes como el americano, con frases verdaderamente desternillantes, o
el político, cuyos capítulos avanzan a través de las llamadas telefónicas que
hace a sus subalternos para que incumplan la ley, o a los empresarios que le
pagan sobornos para seguir sus trapicheos.
La mayor
parte del libro es para describir la docena de personajes que intervienen en
él, para descubrir los motivos por los cuales seis de ellos son sospechosos de
un asesinato o para retratar una India con muchos más detalles de los que
creemos conocer de la vida diaria en sus calles o en los barrios pobres. India
que parece conocer muy bien, pues no en vano es el autor de la novela Slumdog
Millionaire.
Al final, en
cuarenta páginas un periodista cuenta la verdad de los hechos y, en las diez
últimas, se pone serio y lanza un mensaje sobre la corrupción entre los
políticos y los poderosos. Claro que no hay que preocuparse, pues esto sólo
pasa en el subcontinente indio. ¿O es que Gürtel no es un nombre indio?
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