(171 pág.; Literaria) (19; marzo de 2023)
Esta obra de teatro, quizá es la más
dura y difícil de leer (y de llevar a la escena) de las que he leído de Ibsen.
Estuve a punto de dejarla porque el tema de la religión, y desde el punto de
vista de un iluminado, no es de lo que más me interesa. Pero no abandoné y
puedo decir que es un Ibsen desde el principio hasta el fin. La dificultad de
ponerla en escena es que salen muchos comparsas representado al pueblo y que la
acción transcurre en las montañas.
Brand, el sujeto que aparece en la
portada del libro, cree que tiene la misión de convencer a la gente de que no se
debe tener nada, que lo que uno tiene lo ha de dar y eso, quizá, permita entrar
en la gloria. Dada su creencia, cuando su madre pide por él estando a punto de morir,
él exige que se desprenda de todos sus ahorros, no solo de la mitad, ni de las
tres cuartas partes, como ella le ofrece, sino de todo, a pesar de que vaya a
ser para él, o precisamente por eso.
A su mujer le exige mucho más que lo
que le ha pedido a su madre, pero eso tendrá que descubrirse leyendo o viendo
la obra de teatro. Novena obra que leo de él y cambio de tercio.
“CAMPESINO.- ¡Eh, extranjero!”.
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