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pág.; Fórcola) (11;
febrero de 2023)
Joel, con una dedicatoria muy bonita,
me regaló este libro por San José del pasado año. Al no haberlo podido
encontrar digitalizado, y gratis, su lectura ha tenido que esperar a que leyera
los que tenía en papel, pero bien está lo que bien acaba. Y el libro no solo
acaba bien, sino que desde el principio está muy bien. Es excelente.
El autor, catedrático emérito,
licenciado en matemáticas y doctor en filosofía, no se anda por las ramas y, ya
desde el inicio, empieza a diseccionar las calidades (si se puede llamar
así), cualidades (ídem) y categorías de la estupidez humana (¿no es redundante
el adjetivo?) pues, tal y como él ya pone sobre aviso, todos tenemos un cierto
grado. A pesar de esto último, que algunos ya sabíamos, aún nos sorprende más
que pueda haber tanta y de tanta clases que no lo sepan y no haya visos de que
terminen sabiéndolo.
Moreno Castillo con un estilo
desenfadado y siempre fino y elegante, nos va mostrando ejemplos de estupidez,
entre los que cuenta, principalmente, a los etarras, y no deja de lado
actitudes separatistas e incluye a los parlamentarios, pues no hay vacuna ni
para ese estamento.
Me he reído con su lectura, admirado de su análisis y avergonzado de mi propia estupidez. Espero no olvidarlo.
“La afirmación
de Russell (…los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes
llenos de dudas) es cierta en muy gran medida: los tontos acostumbran a estar
mucho más seguros de sí mismos que los inteligentes”.