(764 pág.; Espasa) (47; septiembre de 2020)
Me apetecía repetir otro libro de Zorrilla y, entre un
libro muy corto y este de casi ochocientas páginas, no tuve dudas. Vaya vida la
que tuvo este sietemesino, según se dice él mismo: a los diecinueve años dejó
los estudios y la casa paterna yéndose a Madrid; un año más tarde se dio a
conocer en el entierro de Larra; con veintisiete años estrena la obra por la
que es más conocido: Don Juan Tenorio; en 1849 murió su padre, motivo principal
por el que escribía por lo que dejó de hacerlo… y solo tenía treinta y dos
años; huyó de su esposa y estuvo viviendo fuera de España más de veinte años y,
para dejar algo de emoción al que lea el libro, solo añadiré que fue lector de
Maximiliano I en México.
Pocas vidas pueden ser tan interesantes por la variedad
de lo realizado, por los lugares y la época en la que le tocó vivir, por cómo
se ganaba la vida (más bien, cómo le obsequiaban las personas pudientes que
reconocían en él al gran escritor romántico), por la gran cantidad de gente que
llegó a conocer; en cualquier caso, una lectura muy recomendable, pues habla de un tiempo
viejo para él que de aquí a pocos años ya será bicentenario.
“Este libro no necesita prólogo: la carta del señor
Valverde, con la cual va honrado, y la primera mía, contestación a ella,
justifican la publicación en El Imparcial de los artículos cuya
colección forma el texto de este volumen; y el motivo de coleccionarlos en él,
es la demanda que de su colección me han hecho los amigos que me leen y los
libreros que me venden.”
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