sábado, 14 de abril de 2018

Saphia Azzeddine: Mi padre es mujer de la limpieza (**/***)


(180 pág.; Demipage)                                   (21; abril de 2018)
Marisol no me dijo que este le había gustado y yo se lo pillé de casualidad, aunque solo es cuestión de tiempo que acabe pillándolos todos: calculo que en medio siglo, si no lee muy deprisa, me he puesto al día. Por lo menos en los buenos como este.
En primera persona un adolescente va explicando su relación con el entorno y cómo disimula sus carencias o evita expresar la realidad en la que vive; por ejemplo, en su escuela no saben que su padre trabaja limpiando locales (no caigamos en el sexismo de decir que es “mujer” de la limpieza). Si se le pregunta directamente a qué se dedica su padre él dice que es el “responsable del mantenimiento de limpieza de una empresa” y tampoco cuenta que por las noches va a ayudarlo; cuando llegan las vacaciones y todos sus compañeros se van fuera él deja caer que estuvo en una isla y que es como todas; el caso es ser como los demás y no dar la nota. Pero eso no es posible, pues es inteligente y quiere ser culto, así que aprovecha cuando le toca limpiar en la biblioteca pública para ir aprendiendo palabras que luego aplicará en sus trabajos escolares: “insidiosamente, extenuó a su amada con concupiscente regocijo”, frase que figuró en una de sus redacciones con la que obtuvo una plaza para repetir segundo curso ya que se consideró que no hacía bien los deberes.
La historia toca todos los temas candentes de la adolescencia, del momento presente en que vivimos y de la necesidad que tenemos de no ser menos o mucho menos en relación a los demás y lo hace con soltura, amabilidad, simpatía e inteligencia. Marisol acertó diciendo que era del estilo de La elegancia del erizo, y lo corroboro.




“Mi padre es mujer de la limpieza.”



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