(307 pág.; Galaxia Gutenberg) (20; abril de
2018)
Este libro lo compré en el Círculo de Bellas Artes en
Madrid hará unos dos años y fue porque me pareció una historia tan increíble
que valía la pena ser leída. Y al haber hecho esto último me he enterado,
además, que este Karinthy (sus dos hijos también fueron escritores) fue uno de
los escritores más interesantes de Hungría. Por tanto, doble motivo para
recomendar su lectura.
El autor se encontraba en una mesa exterior del
restaurante al que iba habitualmente cuando oyó el paso de un tren. Miró a su
alrededor extrañado, pues por allí cerca no había ninguna línea férrea. Al día
siguiente le volvió a suceder lo mismo y otro día también. Entonces pensó que
era algo de sus oídos y fue al otorrino y le indicó que dejara de fumar. Lo
dejó de hacer, pero volvió a oír el paso de trenes de un oído a otro. Lo dejo
aquí, pues es mucho más interesante leerlo con las palabras de Karinthy, al fin
y al cabo, fue él quien lo sufrió y el que sabía escribir.
“En el mes de marzo de este año –el día 10, para ser más
precisos–, me encontraba una tarde merendando, como de costumbre, en el Café
Central de la plaza de la Universidad de Budapest, sentado a mi mesa habitual,
cerca de una ventana desde la que se divisan por un lado la biblioteca, y por
el otro el edificio de un banco que ostenta como muestra un solo rótulo que
reza: CASA MATRIZ.”
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