(448 pág.; Salamandra) (26;
mayo de 2017)
Por consejo de Marisol anoté este libro y no lamento
haberlo leído pues sorprende desde la primera hasta la última página, aunque esta
para mal. Antes de entrar en materia, un sucinto resumen.
A punto de finalizar la Primera Guerra Mundial, un
pelotón mandado por un teniente que quiere conseguir honores, se ve obligado a
atacar una colina dominada por los alemanes. En ese ataque mueren muchos
soldados y otros salen malheridos. Entre estos últimos se encuentran los dos
protagonistas de la historia cuyas vidas se habrán visto unidas por esta
vicisitud.
Como ya he dicho, la primera página ya entraña una
sorpresa y casi todos los capítulos tienen algo de sorprendente, una situación
inesperada, y de sorpresa en sorpresa va avanzando la historia. Salvo una
docena de páginas en las que el autor se pone filosófico, toda la novela rezuma
ingenio y uno va preguntándose hasta donde se podrá rizar el rizo. Y la
historia merecería mis tres estrellas si no fuera por el poco creíble final de
un personaje que habría podido ser fácilmente resuelto de otra manera. A
Marisol tampoco le gustó, y ella tiene más prevalencia que yo.
“Todos los que pensaban
que aquella guerra acabaría pronto habían muerto hacía mucho tiempo.”
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