(189 + 52 + 249 pág.; Tecnos) (16; marzo de
2017)
Ve a saber de dónde saqué que era interesante leer este
libro, pero sí sé que fue hace mucho tiempo, pero mira por dónde, llega al
primer lugar, se lo pido a Anna y me lo regala para la Navidad pasada. Lo he
ido leyendo poco a poco, pues leerlo seguido como una novela me parecía
demasiado absorbente. No obstante, el libro ya está en el anaquel y su lectura
sí ha sido muy interesante.
Ante todo hay que mencionar con sus dos apellidos al
Profesor Federico Lara Peinado, pues el Código es más de él que del rey que
figura como autor. El Código tiene una extensión de 52 páginas nuestras (en
realidad, es un pedrusco del tamaño del jugador de baloncesto más alto y
labrado por las dos caras con caracteres cuneiformes), pero el Profesor Lara
nos hace una introducción de casi doscientas páginas para ponernos en situación
y, después de los artículos del Código, nos lo va explicando con doscientas
cincuenta páginas más de notas. Además lo ha traducido él mismo. Me he quedado
anonadado.
Entre los artículos del Código encontramos del tipo
civil (matrimonio, herencias, hijos adoptivos, divorcio); mercantil (precio de
las cosas, de los trabajos de artesanos y profesionales, de los animales y
esclavos); penal (qué castigos merece el que causa daño a una persona, a un animal,
o a un bien, mayormente basados en el “ojo por ojo”); etc.
Hammurabi se despide maldiciendo y pidiendo a los dioses
infinitos tormentos a aquel sucesor que no aplique su Código; yo, que soy más
humilde, pediré que si alguien me hace caso y lee este libro lo disfrute a
pesar de que pueda parecer que no lo es.
“Cuando el sublime Anum, rey de
los Anunnaku, (y) Enlil, señor de los cielos y de la tierra, el cual prescribe
los destinos del País, determinaron para Marduk, el hijo primogénito de Enki, la
divina soberanía sobre la totalidad del género humano, (cuando) le hubieron
magnificado entre los Igigu, (cuando) hubieron proclamado el sublime nombre de
Babilonia (y) lo hicieron el más poderoso en…”