sábado, 28 de mayo de 2016

Orhan Pamuk: Una sensación extraña (***)

(636 pág.; Literatura Random)   (32; mayo de 2016)   (Premio Nobel 2006)
Quizá me tendría que haber dado cuenta mucho antes, pero entre el cine y la lectura hay una gran diferencia: cuando estás viendo una película, salvo excepciones, estás con los sentidos dirigidos hacia la pantalla en la que se te plantea una historia y no la abandonas hasta su desenlace. Para leer, sobre todo un libro como este, deberíamos ponernos cómodos empezar por la primera hoja y no abandonar la lectura hasta llegar a la hoja en la que se nos indica la fecha de impresión, y así esta, la impresión, sería equivalente a la que recibimos cuando vemos una película.
¿Y por qué ahora me he dado cuenta de esto y lo digo? Porque la historia que nos cuenta Pamuk es el desarrollo de Estambul desde los sesenta hasta nuestros días, con una veintena larga de personajes en un mundo desconocido para nosotros, por lo que cada vez que abandonamos su lectura hemos de reencontrarnos con el aire que se respiraba en la novela en esos momentos y las situaciones en las que se encontraban los personajes, y su lectura no mantiene la intensidad que, creo yo, el autor le quiso dar.
Es una novela que, para la gente de mi edad, podemos creer que algo de ello hemos vivido, aun a pesar de las enormes diferencias culturales, sociales y religiosas; pero hemos visto cómo crecían nuestras ciudades y cómo iban desapareciendo los rígidos esquemas sociales, sobre todo en la familia.
La novela se lee con ganas y con mayor interés a medida que va avanzando la historia. Esta tiene un narrador, pero los personajes participan en la narración hablando en primera persona, dando su opinión y haciendo avanzar los hechos. Un buen acierto para una estupenda novela.




“Esta es la historia de la vida de Mevlut Karatas, vendedor de yogur y de boza.”


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