(636 pág.; Literatura Random) (32; mayo de 2016) (Premio
Nobel 2006)
Quizá me tendría que haber dado cuenta mucho antes, pero
entre el cine y la lectura hay una gran diferencia: cuando estás viendo una
película, salvo excepciones, estás con los sentidos dirigidos hacia la pantalla
en la que se te plantea una historia y no la abandonas hasta su desenlace. Para
leer, sobre todo un libro como este, deberíamos ponernos cómodos empezar por la
primera hoja y no abandonar la lectura hasta llegar a la hoja en la que se nos
indica la fecha de impresión, y así esta, la impresión, sería equivalente a la
que recibimos cuando vemos una película.
¿Y por qué ahora me he dado cuenta de esto y lo digo?
Porque la historia que nos cuenta Pamuk es el desarrollo de Estambul desde los
sesenta hasta nuestros días, con una veintena larga de personajes en un mundo
desconocido para nosotros, por lo que cada vez que abandonamos su lectura hemos
de reencontrarnos con el aire que se respiraba en la novela en esos momentos y
las situaciones en las que se encontraban los personajes, y su lectura no mantiene
la intensidad que, creo yo, el autor le quiso dar.
Es una novela que, para la gente de mi edad, podemos
creer que algo de ello hemos vivido, aun a pesar de las enormes diferencias culturales,
sociales y religiosas; pero hemos visto cómo crecían nuestras ciudades y cómo
iban desapareciendo los rígidos esquemas sociales, sobre todo en la familia.
La novela
se lee con ganas y con mayor interés a medida que va avanzando la historia.
Esta tiene un narrador, pero los personajes participan en la narración hablando
en primera persona, dando su opinión y haciendo avanzar los hechos. Un buen
acierto para una estupenda novela.
“Esta es la historia de
la vida de Mevlut Karatas, vendedor de yogur y de boza.”
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