domingo, 8 de mayo de 2016

Cormac McCarthy: La carretera (**)

(209 pág.; Debolsillo)                                    (28; mayo de 2016)
Segunda novela que leo de este autor y su prosa la encuentro igual de seca. Por lo que recuerdo de No es país para viejos, me pareció más entretenida que esta, pues aquí no hay más que soledad y futuro incierto, en caso de que lo haya.
La Tierra ha sido devastada por una catástrofe nuclear, que no se explica, y quedan muy pocos habitantes en ella, o por lo menos donde transcurre la acción: Estados Unidos. Los protagonistas son un padre y un hijo de edades indeterminadas, aunque el hijo no debe ser mayor de ocho o diez años. A lo largo de la carretera que van recorriendo para llegar al sur sufren todo tipo de penalidades: frío, cansancio, hambre, enfermedades, clima adverso y, lo peor, miedo cuando se encuentran a sus semejantes.
Y así durante doscientas páginas, que llegan a hacerse tan largas como el recorrido de los protagonistas. No obstante, puede ser interesante para darse cuenta de hasta dónde se puede aguantar y los recursos que podemos obtener con imaginación.




“Al despertar en el bosque en medio del frío y la oscuridad nocturnos había alargado la mano para tocar al niño que dormía a su lado.”


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