(238 pág.;
Minotauro-Edhasa) (6; enero de
2012)
La Tierra
está en paz por primera vez en su historia; hay alimentos para todo el mundo,
pero cuesta menos producirlos; la gente trabaja menos y cada uno se dedica a lo
que más le gusta. Y todo ello es debido a los superseñores: unos seres de otra
galaxia que controlan la Tierra desde sus naves que están ancladas en el cielo
y que, con el tiempo, pasan a ser objetos habituales en el horizonte.
Aunque es
una novela de ciencia ficción, como desde el principio de la misma ya se da por
aceptada esa situación, en el desarrollo de la acción pasa a ser una novela de
intriga: unos quieren descubrir la forma de esos seres; otros qué se proponen
realmente; un personaje concreto quiere conocer cuál es su galaxia de
procedencia; y este es el nudo de la novela.
Como todo es
demasiado idílico, se va avanzando en la historia con el deseo de saber quién
es el “asesino”, pero sobre todo quién ha sido la “víctima” y el móvil. No hace
falta decir que al final se desentrañan todas las madejas.
“El volcán que había alzado a Taratua desde los fondos del
Pacífico dormía desde hacía medio millón de años.”
(eBook: este libro lo encontré en formato .pdf y lo “calibré”
a .mobi. Una ventaja del lector es que en el momento que dejas de leer no
tienes que preocuparte en qué punto vas, pues el libro siempre se “abre” en la
última página leída, tampoco se cierra de manera inesperada, ni se giran las
hojas, ni se cuartea al abrirlo si es antiguo. Y el fondo siempre es del mismo
tono, sin manchas o detalles que desvíen la atención.)
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