(155 pág.;
La Magrana) (10; febrero de 2012)
Qué ternura
destilan estas páginas escritas por un jovencísimo Pere Calders, alistado en el
ejército republicano para defender lo que él creía a pies juntillas y que
además "serviría de ejemplo al mundo del camino a seguir".
Qué
convencido estaba, no sólo de la victoria final del ejército constitucional,
sino de lo bien formados, equipados e incluso, uniformados. A través de las
fotos que he visto de la guerra civil, son los últimos adjetivos que se me
ocurrirían para dicho contingente humano.
Vale la pena
leer este pequeño libro en el que se va describiendo desde el alistamiento, la
preparación de un cuerpo especial (él era dibujante), y el atisbo de que la
guerra no será un paseo marcial.
En un
apéndice escrito medio siglo después de la publicación (increíblemente se
publicó durante la propia guerra civil, lo que le ocasionó el destierro) se
explica quién fue el coronel al que se le dedica el libro, y entonces uno
comprende que Calders no sólo era idealista por su edad, sino que también
hubieron otros muchos idealistas de mayor edad y de otros países que creyeron
que se debía luchar contra este alzamiento (en minúscula, pues cuándo se ha
visto que un crimen merezca ser destacado con la letra mayúscula).
“Hem sortit de Barcelona amb un tren militar, ocupat
gairebé totalment per ciutadans estrangers que vénen a incorporar-se a les
Brigades Internacionals.”
(eBook: no conseguí encontrar este libro en formato digital,
así que lo leí en formato tradicional. Leer en este formato es como ir en
bicicleta: ¡una vez que se aprende, ya no se olvida!)