(212 pág.; Biblioteca Picazo) (40; julio de 2011) (Premio Nobel 1989)
Por una de
aquellas casualidades se han encadenado cinco Premios Nobel seguidos, entre los
cuales, según mi criterio, hay dos recomendables, uno muy recomendable y otro
imprescindible. Mi duda con este Cela era saber si era no recomendable o poco
recomendable. Al final me decanté por esta última opción. Y considero que fui
generoso.
Era un
figura y toda una figura. Para comenzar, en su prefacio explica que las
primeras ediciones de un libro de relatos no deben llevar prefacio del autor,
pero que se va a saltar su norma. Pensé que era una manera atrevida de iniciar
su novela, pero así era él. Y esperé a leer el contenido.
Pero este
fue más bien decepcionante. Relatos cortos, sin mucha gracia, alguno acabado de
forma abrupta, etc. Me recordó algunos de los raros de Kawabata. Esperaba mucho
más de una obra con un título tan rimbombante como este y resulta ser uno de
los relatos más tontos del libro (y el crimen no tiene nada de bonito, en
ningún sentido).
Marisol me
dijo que no le gustaba Cela y me hizo pensar que, a pesar de haber leído tres o
cuatro libros suyos, tampoco es que lo tenga en mucha estima. Quizá es que hay
autores que son como el arroz: que se acaban pasando.
“Cuando Serafín Ortiz ingresó en el seminario de Tuy, tenía
diecisiete años y era más bien alto, un poco pálido, moreno de pelo y escurrido
de carnes.”
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