(135 pág.; Tusquets) (38; junio de 2023)
Hace ya un par o tres de semanas que
lo leí, pero me olvidé de él. Marisol me lo recomendó (le gustó) y, como me
había gustado mucho La cadena trófica (no le gustó lo poco que leyó), lo
cogí con ganas, pero no es lo mismo (somos asíncronos en el gusto).
La historia de esta novela, de
estilo auto ficción, está bien mientras habla de los colegas de estudios, todos
con ganas de ser la nueva estrella del firmamento literario español (aquí nadie
piensa en escribir la gran novela ibérica, como los USA), sus relaciones y
demás. Tampoco me llega a molestar cuando cuenta todos sus amoríos, que son
muchos. Pero sí me desagrada cuando explica interioridades que no añaden nada
más que morbo (palabra mal empleada, pero que todo el mundo entiende), como
cuando folla tres veces por la noche y otra más al despertar; o cuando está con
sus amigos y le soba la pierna a la mujer de uno de ellos. ¿Y?
“Con más de
cincuenta años, seguía echándome de menos a mí mismo, y empecé a escribir en un
cuaderno de doscientas cuarenta páginas tamaño cuartilla, de pie, en un barril
del bar de Lucía, con un whisky y frente a la piedra de La Maliciosa coronada
de nieve”.
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