(242 pág.; Anagrama) (31; mayo de 2022)
Este es el libro que eligió Marisol para el que hace el
número 22 del CLC, siendo la primera vez que entra este autor, a pesar de ser
uno de los favoritos de quien lo escogió y de quien esto escribe.
Marías no es un autor para todos los públicos, a pesar de
no ser un autor difícil, pero sí que es especial. Hace dos libros que ya
comenté algo de sus innumerables y secuenciadas oraciones subordinadas. El no
escribe y detalla una situación o pensamiento, por ejemplo, sino que hace eso
y, además, perora sobre ello, pero no solo una idea sino varias que va
cualificando a la vez. Lo mejor es que no le falta razón la mayoría de las
veces (no voy a negar que en alguna ocasión me pierdo o no lo comprendo del
todo).
All souls es un college de Oxford y da título
a la novela que, en principio, describe las vivencias de un profesor español
durante los dos años en esa universidad más las de las personas que él conoció.
Pero si se llega al final, también puede decirse que es un libro de intriga,
debido a como cierra la historia, lo que no deja de sorprender, pues podría
decirse que hemos estado leyendo doscientas cuarenta páginas sobre cómo son ciertos
personajes, qué hacen o a qué se dedican y, de pronto, se resuelve una
situación que se menciona al principio de la novela, pero que no tiene,
aparentemente, mayor trascendencia en ella, aunque sí para el personaje que lo
vivió.
Quiero resaltar
dos capítulos, o parte de ellos: el dedicado a la cena en uno de los college,
que hizo que me riera hasta saltarme las lágrimas, cosa que alguna vez me ha
sucedido leyendo un libro de humor, pero que no hubiera pensado que fuera con
uno de Marías. Y la segunda descripción que me parece un hallazgo digno de este
autor son los párrafos dedicados al cubo de la basura. Puede que sus historias
no sean todo lo redondas que su fama pudiera exigirle, pero es innegable que
entre todas las ideas que vierte en sus novelas siempre hay alguna que hace que
haya valido la pena haberle dedicado nuestro tiempo leyéndolo.
“Dos de los tres han muerto desde que me fui de Oxford, y
eso me hace pensar, supersticiosamente, que quizá esperaron a que yo llegara y consumiera
mi tiempo allí para darme ocasión de conocerlos y para que ahora pueda hablar
de ellos.”