domingo, 28 de marzo de 2021

George Eliot: Middlemarch (***)

(806 pág.; Amazon Media)                (10; marzo de 2021)

Tengo la creencia de que cualquier autor clásico o antiguo del que yo tengo conocimiento vale la pena ser leído, pues de lo contrario me pregunto de cómo puede ser posible que yo conozca su existencia. Marisol, que siempre va un paso, o una larga caminata, por delante mío, ya leyó a esta autora y me la aconsejó y, como podía presuponerse de los primeros renglones, la conocía de nombre y su lectura ha sido muy interesante, divertida en la medida que me ha entretenido, e ilustrativa de la vida a mediados del XIX en Inglaterra. Ya puede apreciarse por el primer párrafo del libro, aunque no de la historia, la autora destila cultura, y los cuarenta y cinco minutos de notas al pie de página lo atestiguan.

Middlemarch es una pequeña localidad donde todo el mundo se conoce y la mitad están emparentados. Una media docena de familias serán las protagonistas de la historia y, más concretamente, los adolescentes o recién llegados a la edad adulta. Las preocupaciones de sus padres serán encontrarles un buen partido, o hacer que sus hijos varones tengan una profesión, mayormente hombres de iglesia, que les permita vivir dignamente. Las jóvenes reciben una educación que las haga atractivas a los posibles maridos, pero a sabiendas de que una vez casadas sus ocupaciones serán la casa, sus hijos y el padre de estos. Aunque alguna que otra pueda tener alguna inquietud más allá de las mencionadas, como podría ser la joven de la portada, que a pesar de ser muy joven decidirá casarse con…, ¡casi se me escapa!

La historia desarrolla la vida de estos jóvenes poco antes de casarse y después de la boda. No todo resulta como uno se lo espera, ni siquiera a los más dotados profesionalmente y, como sustrato a la ficción, las formas de vida y la situación política y social. La novela es larga, cómo negarlo, pero lo que les va sucediendo a los protagonistas, más cierta intriga en el último tercio de la narración, hacen que esta se vaya digiriendo con gusto y las notas culturales añaden más placer, si cabe, a la lectura.





“¿Quién, que se interese por conocer la historia del hombre y de cómo se comporta ese ser misterioso ante las diferentes probaturas del Tiempo, no se ha detenido —al menos brevemente— en la vida de santa Teresa?”



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