(1.180 pág.; Atalanta) (8; marzo de 2021)
No recuerdo dónde leí, ni cuándo, la reseña de este libro,
ni tampoco sé porqué me atraen tanto los libros poco conocidos y los volúmenes
de más de mil páginas, pues de estos últimos llevo leídos más de veinte, y aún
tengo un par o tres pendientes. El caso es que esta primera parte ya ha caído,
a pesar de la dificultad de leerlo fuera de casa por el peso y con el
inconveniente, además, de que ahora no se puede ir a ningún sitio. Así y todo,
ha sido una lectura muy entretenida, enriquecedora y me ha sorprendido el que
me haya podido aclarar con los nombres, apellidos, sobrenombres y otras formas
de nombrar a las personas. Todo un reto para mí.
Voy a intentar explicar someramente de qué va la historia:
el joven protagonista, veinteañero, casado y con tres concubinas es,
sexualmente hablando muy inquieto por lo que no pierde ocasión de salir con los
amigos a los centros de placer ni de subyugar a toda joven, casada o no, que vea
con buenos ojos. Además, es capaz de cualquier tejemaneje mientras el obtenga
algún beneficio. Todo ello con una sonrisa en los labios y en los de su entorno.
El grupo de concubinas crece y, aunque alguna le sale respondona, en su casa
hay buen ambiente. Los agasajos que recibe, como los que ofrece, son pantagruélicos
y muy selectos. En este libro se cuentan cien peripecias de los innumerables
personajes que aparecen. Algunos párrafos son pornográficos, aunque la mayoría
de ellos son metáforas que nada nos dicen.
El libro fue escrito anónimamente a finales del XVI, y
pasado de unos letrados a otros clandestinamente, hasta su publicación en la
segunda decena del XVII y está considerado la primera novela china, al igual
que el Quijote en español, con el que tiene ciertos puntos en común,
aparte de la de su aparición: antes de la novela propiamente dicha aparecen
prefacios y poemas; el final de cada capítulo tiende a indicar cuál es el
proceder correcto a través de un verso y, aunque no lo podamos apreciar, la
historia que narra es una crítica a las situaciones que se daban en su tiempo.
Otra
cuestión es la de la traducción y todo el juego de palabras que encierra el
idioma chino, baste como ejemplo el siguiente: “…no eres más que la niña que
vuelve a fruncir diez veces los labios.”, es decir, juntando los cuatro
caracteres de la frase anterior se forma la palabra “esclavo”, que es lo que se
le está diciendo… y así hasta disfrutar mil doscientas páginas.
“En mi humilde opinión, el Erudito de las Carcajadas de
Lanling ha compuesto la historia de Jin Ping Mei para registrar las
costumbres de su tiempo, sobre las que tiene algo que decir.”
Escrito por el Maestro del
Regocijo “Prefacio a Jin Ping Mei en verso y en prosa”
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