sábado, 27 de marzo de 2021

Eduardo Mendoza: Las barbas del profeta (**/***)

(148 pág.; Biblioteca Premios)                      (9; marzo de 2021)

Joel escogió este libro en el CLC para este mes de marzo, lo que hace que de Mendoza ya haya leído siete libros, lo que no está nada mal, teniendo en cuenta los muchos autores que esperan ser repetidos; pero desde otro punto de vista, lamento no haber leído de él obras tan importantes como La verdad sobre el caso Savolta o La ciudad de los prodigios, que dejé a medias hace más de treinta años. Pero de este que me ocupo hoy nadie me quitará las dos divertidas horas que he pasado.

Mendoza comienza el libro con una introducción que figura al pie de la portada del libro y en la que explica que en su época (como en la mía) la Historia Sagrada era una asignatura importante, que se asumía a pies juntillas, que los alumnos aprendían sin parar mientes en su significado (tampoco es que nadie se esmerara mucho en explicarlo) y en la que había historias que eran muy entretenidas. Aclara Mendoza que respeta todas las creencias, cosa que creo sinceramente, aunque también me parece que con su gran habilidad de parangonar lleva al límite de lo absurdo muchas de las cuestiones que se plantean en la mencionada Historia, como por ejemplo el Arca de Noé, la destrucción de Gomorra (de la que no se aclara el porqué y que compara con Nagasaki, por ser ambas las que ocupan el segundo lugar), o bien, el tiempo transcurrido cruzando el desierto para recorrer una distancia que no precisa los cuarenta años que le costó al pueblo elegido. Y los que no pertenecemos a este pueblo “si nos pinchan, ¿acaso no sangramos?”. A Shakespeare le habrían gustado estas barbas.





“Siempre que me preguntan cuáles han sido las lecturas o los autores que más han influido en mi carrera literaria respondo sin vacilar que las lecturas infantiles, a menudo anónimas o de autores apenas identificados, fácilmente olvidados.”



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