(288 pág.; Destino) (46; septiembre de 2020)
Segunda recomendación del CLC (Club de Lectura Confitada,
quizá hubo un error tipográfico y la t de la última palabra debería ser una n),
en esta ocasión promovida por Marisol. Yo he
leído dos de este autor, pero en la faceta detectivesca: no me han parecido
nada mal y, probablemente, sea de los mejores escritores actuales de novelas de
intriga. No obstante, este
libro no es sobre detectives, sino que está basado en la historia real de la que
fuera virreina de Nápoles por la defunción de su esposo, el virrey. La narración
tiene el toque de humor de Mendoza.
En el párrafo anterior ya está descrito sobre qué va la
historia, pero es mucho más que eso, pues primero se nos muestra cómo actúan
los consejeros del virrey y luego cómo actúa la virreina y qué hace para evitar
que los consejeros sigan haciéndolo como lo hacían y sin que se le pueda
achacar abuso de poder; también hacia dónde dirige su mirada y qué hace para
ganarse a la gente.
Si este libro fuera leído por las feministas estaría en la lista de los más vendidos muchas semanas y la virreina pasaría a ser su modelo a seguir, pero la trama de la novela está tan bien montada que no molesta la supremacía y el ingenio de la protagonista; es más, se acaba la novela y uno querría que la realidad pudiera llegar a ser así. Un real deleite.
“La sesión del Sacro Regio Consejo que el virrey don Ángel de Guzmán, marqués de Castel de Roderigo, celebraba en palacio cada mañana de miércoles a las diez en punto, también aquel día, que era el 3 de septiembre de 1667, comenzó como de costumbre, siguiendo un procedimiento rígidamente establecido.”