(499 pág.; Anagrama) (29; mayo de
2018)
Al final resultará que de todos los
géneros el que más me gusta es el del relato breve, con lo que yo he disfrutado
leyendo verdaderos volúmenes. Este se lo debo a Marisol en el día del libro. Le
pregunté porqué lo había escogido y me dijo que porque era de relatos. No sé si
pensar si me conoce mejor a mí que yo mismo o me conduce a donde ya debería
estar. En cualquier caso, es un libro muy bueno.
De este autor he leído dos de sus
mejores novelas y desconocía que él era un gran autor de relatos y que, además,
tanto sus lectores como editores le solicitaban que se dedicara exclusivamente
a este género literario. He disfrutado mucho leyendo estos cuentos que no se
publicaron, tanto los que eran propios de su estilo, es decir, aquellos que
hablan de la high society, como los
más cercanos al mundanal ruido donde ni la chica es tan guapa ni el chico tiene
dinero. Tiene relatos verdaderamente originales y la mayoría, aunque amables,
no dejan de reflejar las vivencias que tuvo o lo que sucedía en los inicios del
siglo XX.
La
edición es remarcable, pues cada historia tiene varias hojas dedicadas a los
pormenores de la vida de Scott Fitzgerald en ese momento o de su esposa Zelda;
algún texto del propio autor dirigido a su editor para que vendiera el relato o
negándose a corregir lo que quería la publicación que lo había comprado; y con
comentarios de estudios posteriores en relación al texto. Solo una pequeña
crítica: al final hay cincuenta páginas dedicadas a expresiones, personas o
situaciones que aparecen en cada uno de los cuentos, pero en ningún lugar hay
una llamada de atención a este respecto, por lo que no es hasta el final del
libro que te enteras de dichas notas aclaratorias. Una lástima.
“El de arriba no es mi
verdadero nombre: el individuo al que pertenece me dio permiso para firmar con
él esta historia.”
El pagaré
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