(140 + 537 pág.; Cátedra) (32; junio de 2018)
Anna me regala este libro por Sant Jordi y es muy buen
regalo y voy a intentar convencer a quien no la haya leído que así es.
Guillermo Cabrera Infante tiene una imaginación desbordante y la aplica al
idioma haciendo juegos de palabras en castellano, en castellano con inglés o con
latín; también tiene un cultura enorme por lo que en cualquiera de sus páginas
hay una referencia a una película, director de cine, escritor famoso, actor o
una obra de arte, y también juega con todo ello. Para no referirme a nada que
aparezca en la novela citaré el título de dos de sus obras (Infantería, La
Habana para un infante difunto) y una anécdota que leí hace muchos años: Alfonso
Guerra estaba hablando con Octavio Paz y no muy lejos de ellos había un grupo
en el que se encontraba Cabrera Infante. Este, refiriéndose a los dos primeros,
dijo a sus contertulios: “Ahí está la gran obra de Tólstoi”.
Dice el
autor en una nota al inicio de la novela que no está escrita en castellano sino
en cubano. Esto no debe asustar a nadie pues, como ya es presumible, aparte de
las palabras propias de la isla, que pueden equivaler a nuestros giros, se
entiende muy bien y le da un toque mucho más divertido a la historia, pues al
fin y al cabo, la novela habla de La Habana: se nos explican sus calles, sus
lugares famosos, su cabarés, la gente que la habita, los artistas cubanos y,
entretejiendo todo ello, hay unas historias de mujeres cantantes y de tres
amigos, dos de los cuales recorren las calles de La Habana en la parte final de
la novela, lo que me llevó a pensar en algo que seguramente no tiene nada que
ver, pero que yo le encuentro similitud: esto es el Ulises de Joyce en castellano y con gracia.
“Showtime!”