(240 pág.; Tusquets) (62; noviembre
de 2017)
Hace ya algún tiempo que Marisol había leído una obra de
este autor y me la aconsejó, luego leyó esta y aún le gustó más que la
anterior, así que, pasado el periodo de estar en la lista de aconsejados, la he
leído y me he llevado una grata sorpresa.
La acción transcurre en La Habana, el personaje principal
es un resacoso teniente al que su jefe llama un día que libra, pues un antiguo
compañero de aquel ha desaparecido el día de nochevieja. El desaparecido
ostenta el cargo de viceministro de Industria por lo que hay que actuar de
inmediato. Además, está casado con la chica que era la más guapa del instituto y
de la que estuvo enamorado el teniente.
Padura desarrolla una historia que se remonta unos quince
años atrás, cuando los protagonistas eran estudiante de preuniversitario y lo
va enlazando con la actualidad y la realidad cubanas. Me ha gustado mucho
porque no hay ninguna estridencia ni altibajo, la narración se desarrolla poco
a poco pero hace que se lea con mucho interés y así vamos sabiendo a qué pasado
perfecto se refiere el título. A ritmo de habanera, tranquilo.
“No necesito pensarlo
para comprender que lo más difícil sería abrir los ojos.”