(336 pág.; Maxi Tusquets) (4;
enero de 2017)
En otra mesita de noche, hace unos treinta años, se quedó
este libro por leer. En aquella época yo leía muy poco y este libro no era de
mi estilo. Y así se quedó: en los inicios.
Por eso lo he querido recuperar y comprobar si me gustaba
(ahora) o seguía sin ser de los que aconsejo. Está claro, por las tres
estrellitas, que me ha gustado. Pero quizá hay que tener una cierta edad o un
sentimiento que yo no tuve (a saber si lo tengo ahora, la edad ya sé que sí)
para encontrar la belleza y la profundidad que transmiten sus líneas. Aparte de
la lección de historia que apenas recordarán los que no tengan más de sesenta y
largos años.
El camino de un médico se cruza con el de una dependienta
y la historia con ellos dos: la Primavera de Praga. Kundera nos hace vivir y
sentir sus amores, sus desencuentros y sus temores. Y el sentir de un pueblo
aplastado por el ejército ruso dirigido por sus intransigentes élites.
“La idea del eterno retorno es misteriosa y con ella
Nietzsche dejó perplejos a los demás filósofos: ¡pensar que alguna vez haya de
repetirse todo tal como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya
de repetirse hasta el infinito!”
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