(456 pág.; eBook) (52;
noviembre de 2014)
Como siempre, Marisol que va por delante de mí lee este
libro y me lo aconseja. Lo pongo a la cola, alcanza la cabeza y termino
leyéndolo. Es una suerte tener una “hojeadora” de esta calidad.
Los personajes principales de esta historia son todo un
hallazgo, desde el párroco cuya muerte da pie a todo el enigma de su testamento,
sus dos hijos, el médico del pueblo con sus cínicas aseveraciones, su hija, y
el muchacho que se hará hombre a través de las páginas de esta novela y al que
se le dedica la siguiente: Titmuss. Este es un caso aparte, y así lo debió
entender el autor cuando le dio el protagonismo en el título de la
continuación.
Mortimer recrea en esta novela lo que podría ser la vida
en un pueblo de Inglaterra, podría haber sido muy convencional, que lo es, pero
con media docena de personajes a cada cual más curioso, por sus maneras de ser,
por lo que les sucede en la historia o por sus expresiones, crea un mundo mucho
más rico, mucho más interesante, y todo ello sin alejarse de la realidad. Sólo
sazonándola oportunamente.
Quizá
después de leído medio libro, cuando los personajes ya han sido presentados y
Titmuss ha hecho de las suyas, la historia decae un poco, pues se vuelve más
bien detectivesca debido al testamento del párroco. No obstante, tiene un buen
final, por lo que a uno le apetece saber más de las andanzas de estos
personajes. Y lo sabremos.
“–He soñado algo desagradable –dijo
el anciano.”
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