domingo, 24 de febrero de 2013

William Shakespeare: Hamlet (***)


(207 pág.; Ramón Sopena)                (66; noviembre de 2012)

Hace unos años yo podría haber pensado o dicho una frase que he oído más de una vez: “¿Leer Hamlet? ¡Vaya rollo!” Y quien dice Hamlet, dice Shakespeare, dice Cervantes y otro centenar de grandes autores que parecen ser más pesados que una losa y, en cambio, no sólo son autores de obras imperecederas sino que, además, muchas de ellas son divertidas.

Más comillas: “Pase por que sean obras inmortales, pero ¿divertidas?” Pues sí. Incluso esta en cuestión, para sorpresa mía. Hay dos o tres diálogos en los que Hamlet se hace pasar por loco que, si bien no te carcajeas, por lo menos te sonríes por lo surrealista o “marxiano (de Groucho)” de sus respuestas.

Hablando en serio, una obra de teatro de apenas doscientas páginas se puede leer en un par de horas y por mucho que se sepa de qué trata Hamlet no es lo mismo leer el texto que verlo interpretado pues, por lo menos en mi caso, toda la atención está puesta en lo que se lee apreciando mucho más lo que dicen y lo brillante que es la historia y cómo la cuenta Shakespeare.

Dejo unos versos que, sin ser importantes, me gustaron:

     Esto ha de saberse                      “Juraste antes de tumbarme
     que obrar con sigilo                       hacer de mí tu mujer.”
     traerá más desgracia                    “¡Y ya lo serías
    que enojo el decirlo.                      si en mi cama no te llegas a meter!”




“Bernardo: ¿Quién va?”

eBook: se puede obtener gratis.



No hay comentarios:

Publicar un comentario