(207
pág.; Ramón Sopena) (66;
noviembre de 2012)
Hace
unos años yo podría haber pensado o dicho una frase que he oído más de una vez:
“¿Leer Hamlet? ¡Vaya rollo!” Y quien dice Hamlet, dice Shakespeare, dice
Cervantes y otro centenar de grandes autores que parecen ser más pesados que
una losa y, en cambio, no sólo son autores de obras imperecederas sino que,
además, muchas de ellas son divertidas.
Más
comillas: “Pase por que sean obras inmortales, pero ¿divertidas?” Pues sí.
Incluso esta en cuestión, para sorpresa mía. Hay dos o tres diálogos en los que
Hamlet se hace pasar por loco que, si bien no te carcajeas, por lo menos te
sonríes por lo surrealista o “marxiano (de Groucho)” de sus respuestas.
Hablando
en serio, una obra de teatro de apenas doscientas páginas se puede leer en un
par de horas y por mucho que se sepa de qué trata Hamlet no es lo mismo leer el
texto que verlo interpretado pues, por lo menos en mi caso, toda la atención
está puesta en lo que se lee apreciando mucho más lo que dicen y lo brillante
que es la historia y cómo la cuenta Shakespeare.
Dejo
unos versos que, sin ser importantes, me gustaron:
Esto ha de saberse “Juraste
antes de tumbarme
que obrar con sigilo hacer
de mí tu mujer.”
traerá más desgracia “¡Y
ya lo serías
que enojo el decirlo. si
en mi cama no te llegas a meter!”
“Bernardo: ¿Quién
va?”
eBook: se puede obtener gratis.