(237 pág.;
El País) (63;
diciembre de 2011)
¡Otra
escritora gallega que tuvo que esconderse porque se le ocurrió escribir! En
este caso no tuvo ni la fuerza ni la vida de Pardo Bazán, y hasta le decían que
escribía su marido y ella firmaba.
A pesar de
ser poesía, que de lo poco que sé es lo menos, me ha gustado leerlo porque se
entiende de qué está hablando y en muchos poemas, me ha parecido que no hay una
métrica convencional. Claro que no lo puedo afirmar porque no recuerdo todo lo
que quisieron enseñarme en Literatura sobre la poesía, pero en más de una
ocasión crees estar leyendo prosa con un cierto ritmo más que poesía.
Como
contraejemplo del párrafo anterior, un poema.
“Mas ve que mi
corazón
una rosa es de cien
hojas,
y es cada hoja una
pena
que
vive pegada a otra.
Quitas una, quitas
dos,
penas me quedan de
sobra.
Hoy diez, mañana
cuarenta,
deshoja
que te deshoja.
¡El corazón me
arrancaras
si
las arrancaras todas!”
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