sábado, 18 de junio de 2011

José Saramago: Memorial del convento (***)

            (467 pág.; Alfaguara)       (43; octubre de 2010)       (Premio Nobel 1998)
            Si la memoria no me falla, no le hizo ninguna gracia a El Vaticano que le entregaran el Premio Nobel a Saramago. Creía que era por ser comunista (que ya es un buen motivo), pero leyendo este libro se sale de dudas: es por su ateísmo  (¿se puede ser ateo total y radical?; si se puede, este libro lo es).
            Saramago es un ateo clarividente: nos hace ver de manera sencilla y, muchas veces, humorística las contradicciones de la religión católica (¿sólo de ésta o de cualquiera?). Casi en cada página algún personaje deja ir una frase de media docena de palabras en la que deja al descubierto flancos que, obviamente, no puede ver el creyente porque así se le ha educado.
            Pero no sólo es eso este libro, sino que además hace una descripción histórica y social muy detallada del siglo XVIII en Portugal. También describe los trabajos de la época (y lo que costaba realizarlos antes de la revolución industrial) llegando a un detalle pormenorizado que asombra. A mi gusto el mejor ejemplo de esto último, son las páginas que dedica al traslado durante ocho días de una pieza de mármol que pesa veintitantas toneladas a “lomos” de bueyes y hombres. Me sentí totalmente rodeado del sudor y del esfuerzo que costó realizarlo.
            Como creo que es una buena muestra de su fino lenguaje y su vena satírica, ahí van unas líneas:
“… el rey está preparándose para la noche. Lo desnudaron los camareros, … y esto ocurre en presencia de otros criados y pajes, este que abre el gran cajón, aquél que aparta la cortina, uno alza el velón, otro le amortigua el brillo, dos que no se mueven, dos que imitan a éstos y tantos que no se sabe qué hacen ni para qué están.”


eBook: sí.


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