(133
pág.; Seix Barral) (10;
febrero de 2023)
Cuarto libro que leo de este autor y aún tengo un par más de él. Por la extensión no es una novela, o más bien corta, y por su contenido es un cuento y, aunque bonito, no deja de ser eso.
El narrador es un niño “que medía poco más de un metro” al comenzar la historia, en la que, a través de él, vamos a conocer al señor Sommer y sus particularidades, tales como pasarse todo el día caminando a grandes zancadas acompañado de una sempiterna vara de nogal, tal y como puede verse en la portada.
Estoy seguro que se me ha escapado
toda la simbología que entraña la historia, si es que es el caso, pero me lo he
pasado bien durante su lectura. Esperemos que el próximo que lea de este autor
sea de más enjundia.
“En la época en
que aún me subía a los árboles –hace mucho, mucho tiempo, muchos años y
décadas: yo medía entonces poco más de un metro, calzaba zapatos del veintiocho
y era tan ligero que podía volar –no, no es mentira, yo entonces podía volar–
o, por lo menos, casi, mejor dicho: hubiera podido volar, de haberlo deseado de
verdad e intentado hacerlo como es debido, porque… “.
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