(285
pág.; El País) (24;
mayo de 2019)
Hace poco más de seis años que
intenté leer este estupendo libro, pero lo encontré en castellano antiguo y no
tuve paciencia de ir al diccionario que aparecía al final (los dos párrafos que
aparecen después de las portadas son idénticos, aunque uno se entiende mejor
que el otro). No obstante, he tenido paciencia hasta encontrar otro
digitalizado que ya estuviera en un castellano más cercano a mi tiempo y he podido
disfrutar del medio centenar de relatos cortos y un poco más largos hacia el
final en el que el autor ha recopilado la sabiduría popular para evitar dramas,
engaños y peleas.
Los ejemplos que pone Patronio a su
señor son lugares comunes la mayoría, conocidos “por todos” siglos después,
pero no por ello dejan de ser interesantes como respuestas a las cuestiones que
le plantea el Conde Lucanor. Otros relatos son divertidos y ligeramente más largos
y sesudos los cuatro o cinco últimos.
Por mi culpa, de poco o nada me
sirvieron mis estudios de Literatura en sexto de bachillerato, pero recuerdo
muchos de los autores y obras que aparecían en el libro. Por algo era y me
alegro de ir leyéndolos poco a poco… hasta que consiga ese libro de sexto y vea
que no me falta ninguno por leer.
“UNA vez estaba hablando
apartadamente el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, y le dijo:
—Patronio, un hombre ilustre, poderoso y rico, no hace mucho me dijo de
modo confidencial que, como ha tenido algunos problemas en sus tierras, le
gustaría abandonarlas para no regresar jamás, y, como me profesa gran cariño y
confianza, me querría dejar todas sus posesiones, unas vendidas y…”
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