(502
pág.; Denoel) (16; abril
de 2019; leído en Aigues Mortes)
La portada que aparece más abajo es
de una edición en francés que, obviamente no he leído, y que no sé si es de
Marisol o me la encontré en la calle. En la novela llegan a aparecer sin
traducir palabras en diez idiomas y muchas líneas en francés, pero puede
seguirse. Después de leer La piel
hace nueve años, me quedé con las ganas de leer esta y ahora ha llegado su
momento. Aunque no tengo presente la trama completa de la otra novela, sí que
tengo el recuerdo de que era dramática y con historias repelentes o
truculentas.
Kaputt
(roto, hecho añicos), aparte de las historias que él se empeña en contar a los
demás en algunas ocasiones, no me parece que sea tan cruda, sino más bien que el
autor ha querido representar el drama de la guerra como una opereta, es decir,
los capitostes alemanes son ciegos a la realidad circundante y les parece que
la guerra será un paseo, aunque tengan que echar marcha atrás en Rusia y que
ellos lo vean como un movimiento para coger impulso.
Malaparte recorre Europa siendo
siempre bien acogido por los dirigentes alemanes que gobiernan la plaza en
cuestión. A su alrededor aparecen generales, hombres de gobierno, príncipes sin
reino y diplomáticos (entre ellos tiene un papel principal Agustín de Foxá,
embajador español en la época franquista) y durante las cenas, comidas o viajes
Malaparte deja hablar y solo pone un contrapunto irónico, sagaz o controvertido
que, a pesar de ello, les hace reír por su ingenio.
“El
príncipe Eugenio de Suecia se detuvo en medio de la sala.”