(928 pág.; Lumen) (57; diciembre de
2018)
Hacía mucho tiempo que quería leer este libro, pues
aunque no he visto la película por la que es muy conocida, me interesaba saber
de su vida, de la que lo desconocía todo. Y por fin había llegado ese momento.
Los primeros capítulos me dejaron un poco frío, pues literariamente no tiene un
gran valor y si a esto le añadimos un detalle exagerado acaba siendo aburrido leer
sobre los primeros años de vida de una persona … pero pasado ese momento (y
llega muy pronto) empiezas a descubrir una persona excepcional.
Leni, como llegaron a conocerla los habitantes de Sudán,
fue bailarina en sus primeros años de su vida; como se lesionó, aprovechó el
ofrecimiento de rodar películas de escalada, con lo que en su adolescencia
hacía alpinismo descalza; en un rodaje no pudo asistir el director de la
película y ella dirigió las escenas con tan buen tino que a partir de entonces,
además de actriz también era directora; practicó esquí y participó en
campeonatos; Hitler vio sus películas y le exigió que rodara la convención del
partido nazi y, en el 36, la Olimpiada de Berlín; sus películas ganaron premios
internacionales, pero debido a la Segunda Guerra Mundial, pasó años sin poder
trabajar y lo perdió todo; se fue a rodar una película en Africa y acabó siendo
reconocida mundialmente por las fotografías sobre los pueblos Nuba; descubrió
el submarinismo a los setenta años y lo practicó hasta pasados los noventa,
mientras hacía fotografías que eran publicadas por las revistas más
prestigiosas; y sobre los ochenta años dedicó cinco de su vida a escribir este
libro, un detallado diario que sería enormemente aburrido sino fuera sobre la
vida de Leni Rienfenstahl.
“No resulta fácil
desprenderme del presente y sumergirme en el pasado para comprender el largo y
accidentado peregrinar de mi vida.”
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