domingo, 5 de marzo de 2017

Jonathan Swift: Los viajes de Gulliver (***)

(350 pág.; Club Internacional)                                  (11; marzo de 2017)
La noche de Reyes, en nuestro habitual paseo por las paradas de la Gran Vía, vemos una tienda Re-read y Marisol me hace el regalo de este libro, de edición humilde aunque de ostentosa portada, pero de contenido fabuloso y no lo digo por los tamaños de los seres que lo habitan.
Se dice en la introducción que hay que conocer la época del autor, siglo XVIII, para entender que no es un libro para adolescentes, sino que es una crítica mordaz a lo que sucedía en ese siglo y que Swift lo disfrazó como sucesos en mundos irreales. Así parece en el primer y más conocido viaje del protagonista: Lilliput. Pero ya apunta maneras y no hay que saber mucho del XVIII para darse cuenta de que va dejando caer alguna pulla.
En el siguiente viaje ya se ve más claro, pero hay que estar ciego para no darse cuenta que en el cuarto y último arremete contra todo y contra todos. Tanto es así, que cuando Gulliver vuelve a la civilización no soporta el olor ni la visión de ningún humano, conocidos en este viaje con el nombre de yahoo. ¿Suena verdad? Pues cuando ya nadie se acuerde de qué era yahoo, este libro todavía seguirá leyéndose y sorprendiendo al lector con la crítica tan bien argumentada y divertida a la vez. De lectura inexcusable.




“Me llamo Samuel Gulliver, y soy el tercer hijo de un modesto propietario del condado de Nottingham.”


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