(408 pág.; DeBolsillo) (67;
diciembre de 2015) (Premio
Nobel 2015)
Esta semana ha recibido el Nobel en una ceremonia
semiclandestina: digo esto porque en El País digital no vi ninguna fotografía
ese día ni al siguiente y en La Vanguardia impresa, el viernes en primera
página no había ni un pequeño recuadro. Debe ser que con las elecciones
españolas y los innumerables atentados y guerras no hay sitio para los honores…
se lo merezca o no.
El libro es impresionante y emocionante. Entiendo que las
voces son reales, pero que ella ha sabido extraer y ofrecer lo que le han
contado de la mejor manera posible y el resultado es inmejorable. Hay para
todos los gustos: sufrimiento, admiración, incredulidad, enaltecimiento,
desolación, y todos aquellos que se quieran añadir. Están todos. Los
entrevistados abarcan todos los estratos sociales, culturales y de poder:
viudas, madres, esposas, ingenieros, licenciadas en diversas ramas del saber,
capitostes soviéticos, bomberos, liquidadores… todos están ahí.
Dejando de lado mi debilidad por ese país, aunque el
libro habla de Bielorrusia, que fue la que padeció el mayor desastre debido a
la radicación llevada por el viento, no creo que haya nadie que pueda leerlo y
no tener ganas de ir a comprobar por sí mismo lo que queda y ver en algún museo
lo que era antes del terrible accidente. Si lo que sucedió después fue con la perestroika de Gorbachov no es difícil
imaginar lo que podía pasar durante la época soviética. De lectura
imprescindible.
“No sé de qué
hablar... “
Una solitaria voz humana
eBook: comprado en Amazon y con los siguientes defectos: los
asteriscos que llevan a las notas son casi invisibles y, como es habitual, no
indica el número de páginas, por lo menos en el Kindle básico, que es el que yo
tengo.
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