(816 pág.; eBook) (58;
septiembre de 2015)
He tenido un mes durillo de trabajo en casa, por lo que
no he leído al ritmo habitual, además, hemos estado viendo cada noche dos
capítulos de El ala Oeste de la Casa
Blanca, por lo que esto también ha contribuido a reducir el tiempo de
lectura. Lo digo porque para leer estas ochocientas páginas he estado casi todo
el mes, y es que el libro es denso, no tanto porque cueste entenderlo sino
porque Schwejk no para de contar historias lo que hace que las páginas estén
llenas de inicio a final.
Este valeroso soldado, considerado inútil para el
servicio militar por tonto, se enrola en el ejército checo cuando se declara la
Primera Guerra Mundial, es decir, pertenece al ejército austrohúngaro. Lo aclaro
porque dentro de este ejército se llevan a matar los soldados de distintos
orígenes y esta es una de las críticas que en tono festivo va desgranando toda
la lectura de estas aventuras. Schwejk no lleva la contraria a nadie, sino que
intenta poner su granito de arena a través de miles de ejemplos de su vida, con
los nombres de los protagonistas, los lugares en los que sucedió lo que
explica, posibles relaciones de amistad o familiares, que también aclara y
añade a su discurso. En resumen, cuando abre la boca los que están a su
alrededor no pueden meter baza y acaban por hacerle callar, pero no le pueden
contradecir por lo oportuno del ejemplo, aunque alejado de lo que se estaba
hablando en ese momento. Notables las interpelaciones entre él y el teniente al
que sirve.
Esta novela
es todo un alegato contra la guerra hecho a través de las opiniones de un
presunto tonto que deja en evidencia a sus superiores y las órdenes que rigen
el mundo bélico. Para muestra, la primera frase.
“—De modo que nos han matado a Fernando —dijo la sirvienta
al señor Schwejk, el cual hacía años que, habiendo sido declarado tonto por la
comisión médica militar, había abandonado el servicio y vivía de la venta de
perros, feos monstruos de malas razas, falsificando sus árboles genealógicos.”
eBook: con algunas faltas, pero con ochocientas páginas… epublibre