(552 pág.; Tusquets) (8;
febrero de 2015)
A medida que avanzo en la lectura de un libro, a veces,
pienso qué cuatro líneas le destinaré en este blog, memoria de los libros que
voy leyendo. Como no tomo notas de esos pensamientos cuando llega la hora me
encuentro con la hoja en blanco, salvo el título y un par de datos numéricos, y
entonces he de hacer el esfuerzo de recordar qué he leído, pues ya estoy
leyendo otro o incluso, como es el caso, ya voy por un segundo libro, y qué
sensaciones me produjo o me fue produciendo, si es que estas fueron cambiando a
lo largo de su lectura.
Y este párrafo tan largo ha sido debido a que el libro lo
fue y las sensaciones que me produjo fueron diversas y contradictorias. Voy a
hacer un pequeño resumen, pero el lector se lo ha de imaginar como si fuera de
una extensión excesiva, que no se acabara aunque pareciera que ya llegábamos al
final de cada tema: comienza el libro con la descripción de una familia doble, es
decir, el abuelo de la protagonista tenía una amante y formó una gran familia
con ella, al igual que con su esposa oficial. A pesar de mi extensa familia
(trece hermanos con diversos padres y madres) no pude seguir el detalle de la
novela. La adolescencia de la protagonista es descrita como si fuera a
convertirse en la estrella de una novelita pseudoerótica. La juventud de ella,
sentando la cabeza y casándose añade una nuevas notas que se intuyen turbias,
para terminar con su época de madre desnaturalizada que se naturaliza y, parece
ser, que enfila una vida que es la que hubiera querido llevar y que ahora está
dispuesta a hacerlo.
El largo párrafo
anterior es para dar esa sensación de cuándo acabará esto, que es la que yo
tenía a lo largo de la novela. Hay personajes interesantes, tales como el
citado abuelo, una hija de este y la hermana gemela de la protagonista, que
también está como para darle de comer aparte.
Al inicio
de la novela figuran unas frases de otros autores y, entre ellas esta que sigue:
“Existen tres tipos fundamentales de mujeres: la puta, la madre, y la puta
madre.”. Aunque la primera palabra se utiliza habitualmente con un significado peyorativo y denigrante con el que no estoy de acuerdo, quizá todos esos tipos podamos encontrarlos en la figura de Malena.
“Pacita tenía los ojos verdes, siempre abiertos, y labios de
india, como los míos, que cerraba rozándolos apenas, entre las comisuras el
hueco suficiente para franquear el paso a un delgado hilo de baba blanca que se
escurría despacio, estancándose a veces al borde de la barbilla.”
eBook: perfecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario