(183 pág.; eBook) (7, marzo de 2014) (Premio Nobel 2002)
El muchacho de la portada podría ser
el quinceañero protagonista de la novela. Un joven que reside en Budapest
durante el dominio nazi y que un día se ve obligado a bajar del autobús en el
que iba a la fábrica en la que trabajaba y es enviado a un campo de
concentración. A su llegada analiza todo lo que sucede a su alrededor, como la
separación de jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, que sean rapados y
uniformados con una estrella de un color para cada etnia y unas iniciales del
país de origen. Y en su juvenil lógica comprende que estar al cargo de tanta
gente no sería posible sin la organización y rigor alemanes. Y siente
admiración por ellos.
Este viene a ser el inicio de la
novela y, a pesar de que trata de un tema archisabido, Kertész sabe darle un
enfoque nuevo a través de los ojos de un adolescente que hace lo que se le
ordena, pero no deja de pensar en los porqué de esas órdenes. Claro que la
novela avanza y no esconde todas las inhumanidades cometidas en los campos de
concentración, aunque explicadas lateralmente sin querer enfrentar al lector
con la cruda realidad, con lo descarnado de las atrocidades cometidas, sino más
bien, explicando el cómo se puede sobrevivir a pesar de habitar en lo que fue
un infierno en vida.
Puede más lo positivo de sobrevivir que
el horror de lo vivido, siendo tanto así, que llegamos a un final en el que de
forma poética se nos hace ver que hasta en la peor de las pesadillas siempre
hay un resquicio en el que aquél que lo encuentra puede llegar a soñar.
“Hoy no he ido
a la escuela; mejor dicho, sólo fui para pedir permiso a la tutora y volver a
casa.”
eBook:
correcto
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