(120
pág.; eBook) (69; diciembre de 2012) (Premio Nobel 1976)
Dice
Marisol que tengo una cierta predilección por la música triste o melancólica,
lo que es cierto, aunque a mí me parece que ese tipo de música, además, expresa
unos sentimientos a flor de piel, sin ambages, y que a mí me gusta sentir.
Aunque comprendo que no es bueno para mi salud mental tal grado de emoción
constante.
También
he detectado que me atraen las historias de gente normal (¿perdedores?) que
expresan o muestran su incapacidad para salir de su entorno o sistema de vida,
aunque estoy convencido que a la mayoría de personas les pueden parecer
opresivas. Como ejemplos de esto yo pondría Opiniones
de un payaso de Böll (50; octubre de 2012), La tregua de Benedetti (45; septiembre de 2012) o, incluso, La promesa de Dürrenmatt (64; diciembre
de 2011).
A
esta lista ya puedo añadir Carpe Diem:
un joven que ha dejado su trabajo porque considera que lo han tratado
injustamente se encuentra acosado por su padre que desearía que fuera un
triunfador y por un conocido suyo al que sigue a pies juntillas. Tanto es así,
que lo poco que tenía ahorrado lo ha invertido en la bolsa siguiendo sus
indicaciones y sin poder venderlo para no demostrar que no tiene carácter o que
no confía en los conocimientos de los que constantemente hace gala dicho amigo.
El
lector hace suya la sensación de claustrofobia que padece el protagonista.
“Cuando se trataba
de ocultar sus dificultades, Tommy Wilhelm era tan capaz como cualquiera.”
eBook: con algunas faltas de edición.
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