(282 pág.; Planeta) (18; abril de 2012)
Según la
autora este libro lo escribió cuando tenía 17 años, lo cual es sorprendente por
el conocimiento que tiene de los sentimientos humanos a tan temprana edad.
Claro está, que no ha de sorprender tanto si se sabe que a los cinco años
escribió su primera obra y a los ocho ya las ilustraba.
Y a pesar de
eso no me acabó de gustar: en Oiquixa, pueblo imaginario vasco aparece de la
nada un joven mal vestido y que se aloja en el único hotel de la población.
Hotel construido por el potentado de la misma por el mero hecho de demostrar su
poderío económico, pues lo mantiene abierto a pesar de que nadie reside en él.
En Oiquixa hay un muchacho taciturno que vive en la calle y de los restos que
encuentra en ella; un viejo que hace espectáculos de marionetas y, aparte de
los pescadores y demás personajes secundarios, la hija del potentado.
Estos son
los mimbres con los que se construye la historia, pero los caracteres de los
personajes me parecen exagerados y las situaciones a las que los conducen
también. Por eso digo que no me acabó de gustar y no la recomendaría a
cualquiera. No obstante, le reconozco mucho mérito en la descripción de las
sensaciones que siente la joven hija y es por eso que leeré alguna obra más de
ella.
“Oiquixa era una pequeña población pesquera, con callejuelas
azules, casi superpuestas y unidas por multitud de escalerillas de piedra.”
eBook: no se comercializa. En esta edición salen muchas
palabras con guión en medio y los números de página que, al visualizarse en
lector, se colocan entre las líneas del texto.
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