(471 pág.;
Plaza & Janés) (12;
marzo de 2012)
Nunca fui un
buen estudiante, pero algunas cosas quedaron en mi memoria. De la asignatura de
Literatura de sexto de bachillerato, entre otras obras, me quedó que había que
leer Manhattan Transfer de Dos Passos, aunque no recuerdo que la profesora
explicara por qué. Y probablemente aún me acordaba cuarenta años después cuando
encontré este libro en la calle porque el apellido me pareció curioso. Ahora sé
algo más: este escritor, junto con otros de la talla de Hemingway, Scott
Fitzgerald y Faulkner, perteneció a la llamada generación perdida. Pero no es lo mismo El ruido y la furia (55; octubre de 2011), que Suave es la noche (46; noviembre de 2010), ni esta Manhattan
Transfer.
Entrando en
el libro en sí, y vistas las estrellas del encabezamiento, queda claro que
recomiendo su lectura, pero ha sido un libro muy difícil de leer para mí: está
lleno de personajes que aparecen en uno o dos capítulos y otros que van
apareciendo a lo largo de todo el libro, y cada vez me cuesta más retener los
nombres y circunstancias de cada personaje, a pesar de que el libro lo leo
seguido y tardo entre una o dos semanas en acabarlo, según su longitud.
El motivo de
comparar este autor con los otros, es porque habiendo escrito sobre el mismo
periodo de tiempo, más o menos, cada uno tiene un estilo diferente y su
historia refleja un tipo de vida distinto también. A medida que lo iba leyendo
recordaba el libro de Scott Fitzgerald, pues en él aparece un mundo que
desapareció de gente muy afortunada (aunque no por ello menos desdichada), y el
mundo que nos muestra Dos Passos es la ciudad de Nueva York, calle a calle,
plaza a plaza, con todas esas almas desesperadas, muchas de ellas sin futuro ni
aspiraciones. Advertidos de que no es un libro de concesiones, sus historias
están bien escritas y nos describe muchas facetas de la dureza de la vida de
forma sucinta, seca. Como las imágenes de las viñetas que El Roto dibuja a
diario en El País.
“Tres gaviotas giran sobre las cajas rotas, las cáscaras de
naranja, los repollos podridos que flotan entre los tablones astillados de la
valla.”
(eBook: el libro lo encontré y el .epub oportuno también. No
puede decirse que leer sea un lujo caro.)
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