(232 pág.; Alfaguara) (37; junio de 2022)
Otra recomendación de Marisol que dudaba entre esta
novela o Los eduardianos, de la misma autora. He comenzado por esta y la
otra tendrá que esperar lo suyo pero, con suerte, le llegará el momento.
Esta mujer, que nació en la última década del XIX y murió
setenta años después, era hija de un barón por lo que, lo que describe en la
novela, no le era desconocido y esto es un sucinto resumen: cuando la esposa
del conde de Slane pasa a ser viuda sus hijos se preocupan por organizarle la
vida, pues siempre ha estado bajo el paraguas de su esposo, que llegó a ser
virrey de la India. Poco sospechan ellos que ella tiene otros planes totalmente
distintos y, no solo va a llevarlos a la práctica, sino que, además, piensa
prescindir de sus hijos, más preocupados de la herencia, los unos, y los otros
despreocupados de lo que pueda ser de ella. Historia escrita con elegancia.
“Henry Lyulph Holland, primer
conde de Slane, llevaba existiendo tanto tiempo que el público había empezado a
considerarle inmortal.”
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