(140 pág.; Anagrama) (51; diciembre de 2021)
Compré este libro, junto con otro de
este mismo autor que sigue pendiente de lectura, a finales del diecinueve o
principios del veinte (me refiero al año de este siglo y no a la centuria) y,
una vez bien macerado, lo empecé ayer por la noche y este mediodía lo he
acabado. No es ninguna gesta, pues tendría cien páginas si no hubieran usado un
tipo de letra grande y los márgenes fueran para aprovechar el papel, pero el
mayor motivo para acabar el libro en menos de un día es porque está muy bien
escrito y lo que explica es muy interesante.
Emil Zátopek fue un corredor único y
en este libro se explica por qué: nadie hubiera apostado nada por él, los entrenadores
y entendidos decían que era desgarbado y su manera de correr nada elegante, y
los médicos insistían en que terminaría muriendo (obviedad), pero se referían a
que lo haría en una carrera, pues llevaba su cuerpo a un extremo que no era
soportable (él lo soportó hasta los 78 años). Batió muchos récords y consiguió
algo que nadie ha vuelto ha lograr en setenta años: fue medalla de oro en unos Juegos
Olímpicos en cinco mil, diez mil y la maratón… en menos de una semana.
Sería muy fácil seguir narrando
gestas deportivas o los desprecios a los que se vio sometido por parte de las
autoridades comunistas, pero lo mejor es leerlo directamente en el libro de
Echenoz, con su entretenida y natural prosa y sus cortos capítulos que sirven para
ir separando hazañas y vivencias.
“Los alemanes han entrado en
Moravia.”
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