(680 pág.; Alfaguara) (47; noviembre de 2021)
Este libro lo había leído Marisol y le aconsejó a Anna
que me lo regalara por el día del padre y me alegro porque Marías es un autor
que me gusta, aunque no es fácil de leer si él decide escribir una novela y
volcar en ella todo lo que piensa sobre un asunto. Y este libro es un buen
ejemplo: casi setecientas páginas que parecen mil.
Según el autor, y debe tener razón pues es su obra, esta
novela no es la continuación de Berta Isla, pero lo cierto es que tanto
el personaje que da título a la novela, como algunos más, también salen en la
primera. El Tomás de la portada, ya retirado del servicio activo, es requerido
por su anterior jefe para que localice a una antigua etarra y miembro del IRA
también. Esto le da pie a Marías para bucear entre las noticias de atentados entre
las décadas de los setenta a noventa e ir presentándolas para ser el andamio
sobre el que edifica su historia de ficción.
La ficción de la historia es mucho menor que sus
disquisiciones sobre lo sucedido y los atentados, lo que convierte su lectura
en algo bastante arduo; quiero decir, que no es una historia que pueda leerse
sin más, sino que Marías hace de ella una de sus columnas de El País,
dedicada exclusivamente al terrorismo. Algunos de los nombres de los personajes
son bastante curiosos, casi diría que inverosímiles. Alguna razón escondida
pudiera haber.
Mientras iba leyendo el libro pensaba en Pamuk, sus
novelas me gustan y creo que gustan en general, pero no se ahorra ninguna
página. Su museo es una buena muestra de ello. Marías acabará ganando el
Nobel (que se lo merece), aunque solo sea por similitud con este reconocido
autor.
“Yo fui educado a la antigua, y nunca creí que me fueran a
ordenar un día que matara a una mujer.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario